Aniversario siete

Agostó llegó tan rápido que no me dio tiempo de celebrar. Aunque soy una fan de las celebraciones, parece que con Laurella siempre estoy apuntando a algo más, y puede que aunque no parezca se me pasa celebrar (tal vez como se merece). 

Sin embargo cumplir 7 años, es algo que solo una vez vez me ha pasado en la vida, y ver que algo que he creado desde cero lo esté pasando me pone los ojitos con agua. Sobretodo al meterme a navegar en mi biblioteca infinita - y por organizar - de fotos y videos, porque lo documento todo, aunque no siempre lo publique al tiempo que me gustaría. 

El momento en el que dije sí al 100% a Laurella, mercado de San Telmo, Buenos Aires - 2017

Para mi, comenzar Laurella fue, decidir tomar las riendas, algunos ahorros y lanzarme con lo que tenía. Para ese entonces, a mis 26 y con la experiencia laboral que tenía, sabía que no encajaba en el rol tradicional corporativo, nunca me salió jajaja, siempre terminé llegando de alguna u otra manera a trabajos “random” que no eran de oficina o en los que podría manejar bastante los horarios, que para ese entonces era bastante raro, estamos hablando de cuatro años pre pandemia. Pero para no irme por las ramas (más), me doy cuenta que todas esas experiencias, esos puntos, los uní creando Laurella, claramente sin saber lo que venía.

Allá por el 2017 quería nuevamente irme de viaje, esos viajes de un mes o más. Hace más de un año había terminado una relación que duró más de lo que debía pero que mi amor por los viajes la extendió jajaja (tmi). Entonces nuevamente quería embarcarme a viajar esta vez sola, ese había sido mi plan hasta ese momento, sin embargo y contra todo pronóstico porque los que me conocen saben que me encanta viajar, algo en mi me dijo, “esta vez invierte en ti, pero en crear”. Y creo que esa fue una de las pocas sino única vez en la que le dije NO a un viaje por hacer algo más. 

Mis ensayos de logo, no quedó ese pero quedó la hoja.

Ese algo más fue Laurella, mi amor por las ferias artesanales y la artesanía en general estaban desde siempre pero algo me faltaba, siempre que iba ideaba como aquella cosa que estaba viendo podía rediseñarla, aportarle en diseño o cambiarle el uso. También comencé a interesarme más por las joyas, las de verdad, de calidad, de plata -en ese momento y por el presupuesto-, y dejar atrás las “descartarles”.

Por muy en tendencia que estuviera toda esa fantasía del 2016, no iba conmigo, con la idea de que no se pueda reparar, que sea para botar, y sobretodo no hecho en Perú; tanto que nos reconocen por nuestros metales preciosos internacionalmente pero por nuestra joyería todavía no estamos dónde deberíamos. 

En mi cabeza no estaba “creando un negocio” solamente  estaba haciendo lo que creía debía hacer con lo que se me estaba alineando, y poco a poco fue cuajando y cayendo en sí cada pieza, y cada maestro con el que trabajo, doy las gracias que después de 7 años son las mismas personas con las que comencé.

Para hacer la historia más interesante, todo esto se dió en menos de 4m2 en mi cuarto convertido. Armar el logo, las joyas, el e-commerce y todo lo que va saliendo en el camino. Justo por esas fechas también, decidí transformar mi cama, y subirla a modo de camarote para tener una “oficina” debajo de mi cama. Oficina que me duró los 2 primeros años de Laurella y que con el tiempo me quedó chica y tuve que ampliar mi territorio a la terraza de la sala de la casa de mi madre (gracias Ma!). Así que ahora tenía “mi oficina”, igual debajo de mi cama aunque menos saturada, y el almacén / mesa de trabajo en la sala.

En esos dos años lancé la marca por redes sociales, inicialmente según mis planes, nadie iba a saber quién estaba detrás de la marca, ni mis amigos jajaja, al parecer quería una doble vida oculta. Me di cuenta que también tenía que ir a ferias para que conozcan la marca, hablar, hablar y contar de Laurella. Algo que hasta ahora me sigue costando un poco sentirme cómoda. También lancé el e-commerce aunque no le tenía mucha fe y solo quería vender por redes, una de las personas que hasta ahora sigue siendo clave en Laurella me dijo, tienes que lanzarte con todo, y así fue. Volví a viajar sí, claro que sí, me enamoré ¿? También. 

Mi máximo stock de esa época. Mi primera feria fue compartiendo una mesa y solo esto de display.

Pandemia llegó y el e-commerce y yo estábamos listos, aunque todavía me daba vergüenza salir en redes, eso de grabar videos y hablar ante cámaras no estaba en mis planes, pero siempre fue fluyendo y fui dándole a Laurella todo lo que necesitaba sin pensar más allá, simplemente dejando que exista. Las redes se plagaron de videos y lives y ahí estaba yo ante cámaras.

Llegó el momento de mudanza, esta vez por fin mi madre pudo reconquistar su sala por completo. Me mudé a un espacio, en el que Laurella tenía su propio cuarto (por fin). Ese año abrí mi primer módulo, literal entraba solo una persona parada.

Y así fuimos creciendo, dos cambios de módulo después, por los menos 3 rediseños del e-commerce, volverme experta en diseño de páginas web solo para mi, millones de fotos, videos y contenido creados, muchas joyas, creadas, fundidas, vendidas y transformadas. 

Mi madre y mi abuela en su última visita al módulo, la versión n°3 en Larcomar. Sin ellas nada.

Con todos los altos y bajos que eso está para otra entrada porque me queda corto, pero siempre el resultado es positivo aunque inclusive a veces con números en rojo, siempre ha sido positivo. 

A dónde vamos y qué nos deparará no sé. 
Lo único que sé es que quiero seguir volando, porque este viaje -el de crear Laurella- ha sido el más profundo y largo de todos.

Con las dos cosas que me encanta, viajar y mis joyas.